10.2 Dos grandes grupos

Todos los planetas del sistema solar son básicamente esféricos y tienen una estructura interna como la de la Tierra (núcleo, manto, en algunos casos corteza y, por último, atmósfera). Pero se dividen en dos grupos claramente diferenciados: los terrestres o interiores (sólidos y rocosos, desde Mercurio hasta Marte) y los gigantes o exteriores (gaseosos/líquidos, Júpiter – Neptuno).

Los cuatro del primer grupo tienen un tamaño pequeño, núcleo metálico (hierro Fe y níquel Ni), un manto rocoso, una corteza sólida también formada por rocas (silicatos en general y en especial basalto), y una atmósfera gaseosa. Su componente principal son las rocas y así su densidad está en torno a 4 g/cm3.

En cambio, los planetas gigantes tienen gran tamaño, un núcleo interno rocoso y un núcleo externo de hielos de agua, metano y amoniaco. El resto está formado esencialmente de hidrógeno y helio (¡como el Sol!) que son sus componentes más importantes, por lo que su densidad es bastante menor que en los planetas rocosos. En el manto interno la presión hace que el H, el He y los hielos se comporten como líquidos, mientras que en el externo y en la atmósfera son gases.

Incluso con los mejores telescopios convencionales apenas se pudo obtener información detallada de los planetas. Sin embargo, desde el último cuarto del siglo XX las sondas espaciales han permitido conocer mucho mejor las características de nuestros hermanos.

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