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Elementos y estrellas, planetas y tiempo, aire y agua: ¿qué sería todo eso sin vida inteligente que lo iluminase con la percepción y la comprensión? Nosotros que poseemos el fugaz don de la vida y la conciencia nos preocupamos más, sin embargo, por pasar nuestros días agradablemente que por definir qué significa estar vivo o ser inteligente, aunque en todos los tiempos los hombres y mujeres han deseado comprender qué sentido podían tener sus propias vidas. Algunos hasta han buscado significados más universales. Los que han proseguido esa búsqueda científicamente han llegado hasta las fronteras mismas de la vida y no han encontrado ningún límite claro entre lo vivo lo no vivo.

Preston Cloud, El cosmos, la Tierra y el hombre

En el tema anterior hemos resumido nuestros conocimientos sobre los objetos del sistema planetario: temperaturas, tamaños, composición y atmósferas y relieves detectados. Pretendemos, ahora, comprender cómo se ha llegado a la situación actual, por qué hay esos dos grandes grupos tan distintos de planetas, los rocosos y los líquidos, cómo aparecen los satélites, por qué la Tierra tiene esa atmósfera tan distinta, cuál es la causa de las montañas en los cuerpos sólidos y de los vientos en las atmósferas de los gigantes. Para esta comprensión del Sistema Solar, de cómo se han formado y evolucionado sus objetos, es preciso relacionar todos los datos disponibles y encajarlos en una teoría conjunta y coherente. A través de numerosas investigaciones, se ha ido perfilando la evolución de nuestro sistema planetario, aunque con muchas lagunas y cuestiones todavía mal comprendidas. Los nuevos datos aportados por las misiones espaciales a menudo, más que resolver nuestras muchas dudas, lo que hacen es plantearnos nuevos interrogantes. Y los que aportarán las futuras seguramente cambiarán nuestras ideas al respecto en un plazo muy breve. Por el momento un esbozo de nuestros orígenes es el que sigue.

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